Sefarad

sefaradSFARAD (bí-Sfarad, con la partícula prefijada), nombre que designa a la península ibérica en hebreo (Sefarad, de donde se deriva el denominativo sefardí, hispano-hebreo).

Jonatan Ben Uziel, díscipulo del rabino Hillel (s.I) utilizó la palabra Sefarad para denominar a Hispania. Este es el momento en que la comunidad judía se establece en la península, tras el éxodo producido por la invasión de Jerusalén y el saqueo del templo. En el siglo I y II, especialmente con Pompeyo, Tito, Vespasiano y Adriano, continuaron los conflictos con la comunidad judía. Una vez en Hispania, la presión continuó con los emperadores cristianos, como Constantino (306-337) que no permitió que los judíos tuvieran esclavos cristianos y Teodosio (378-395), que penalizó los matrimonios mixtos al considerarlos adúlteros, etc.

Durante el reino de los visigodos se distinguen una primera etapa de cierta tolerancia que termina con la conversión de Recaredo al catolicismo en el 589 y la consiguiente creación de unidad religiosa y política. Ante estas nuevas circunstancias, la comunidad judía representará un elemento discordante en el proyecto nacional auspiciado por la monarquía. En consecuencia, se multiplicaron las disposiciones legales y conciliares —emanadas en los famosos Concilios de Toledo—, encaminadas a reducir las libertades de los hebreos.

Con la invasión islámica que se inicia en el 711 comienza una época dorada para Sefarad por el gran desarrollo que alcanzó la comunidad judía en el campo de la política y de la cultura. La mayor permisividad de las autoridades musulmanas respecto a la represión de los monarcas visigodos hizo que los judíos no mostrasen ningún rechazo a la invasión sino todo lo contrario. Asistimos al nacimiento de importantes juderías como las de Lucena, Córdoba, Valencia, Toledo, Sevilla, etc. Al igual que los cristianos, eran considerados «gente del libro» o dimmies, por lo que su situación religiosa era permitida y protegida en al-Ándalus.

Tras las invasiones norteafricanas, especialmente con la llegada de los almohades en el siglo XII, se produjo una radicalización en las posturas religiosas de los musulmanes y una creciente hostilidad contra los judíos. Este hecho supone el final del apogeo de las comunidades hebreas en al-Ándalus y su posterior destierro a otros lugares, caso del norte de África, Egipto por ejemplo, o de la España cristiana, que durante los siglos XI y XII, y en reinados como los de Alfonso VI y Alfonso VII fueron incluso recibidos con cierta simpatía.

La presión creciente de las autoridades cristianas sobre la comunidad hebrea a partir del siglo XIII, a pesar de la existencia de breves capítulos más tolerantes como el vivido durante el reinado de Juan II de Castilla, motivó que muchos judíos huyeran a los territorios nazaríes, especialmente durante el siglo XIV. Cuando las epidemias y hambres y las subidas de los precios alteraron gravemente la vida ciudadana, los judíos, hasta entonces una minoría respetada, se convirtieron en un grupo odiado por su supuesta riqueza y en una víctima propiciatoria del malestar general. En 1348, coincidiendo con la devastación de la Peste Negra, ya hubo enfrentamientos contra los judíos, y a partir de 1391 cuando estalló con toda su violencia el odio antisemita: el primer ataque armado a una judería ocurrió el 6 de junio en Sevilla y rápidamente se propagó por toda la Península (Córdoba, Ubeda, Baeza, Jaén, Cuenca, Toledo, Madrid, Valencia, Mallorca, Gerona, Barcelona, Cervera, Lérida, etc.) A partir de este momento se produjeron numerosos bautismos y conversiones al cristianismo, creándose así el nuevo linaje de los judeo-conversos.

La fase final en la historia de Sefarad está marcada por la instauración de la Inquisición, sancionada en la bula de fundación otorgada por Sixto IV en 1478, y destinada a controlar la verdadera conversión de los cristianos nuevos. El papel de la Inquisición fue esencial en los acontecimientos que precedieron a la expulsión ante su denuncia constante del peligro que suponía la posibilidad de comunicación entre cristianos y conversos con los judíos. Esta fase de acoso de la comunidad judía culmina en el decreto de expulsión del 31 de marzo de 1492.

A finales del siglo XV, la antigua comunidad judía se había dividido en conversos sinceros, falsos conversos y resistentes, que serían expulsados en 1492. Algunos judíos se convirtieron incluso después del destierro con la esperanza de volver, ya que se les garantizaba en ese caso la posibilidad de devolución de sus propiedades y por lo tanto recuperar su situación previa.

expulsión judíos Según la ubicación de las diferentes comunidades éstas salieron por la frontera a Portugal, al Norte de África, a Navarra y a Europa occidental (Países Bajos e Inglaterra), no faltando las que se dirigieron a Italia y posteriormente a territorios del Imperio Otomano. En poco tiempo se produjeron nuevas expulsiones como la que se decretó en Portugal en 1496 o en Navarra en 1499.
El alto grado de hispanización alcanzado por la sociedad sefardí a lo largo de la Baja Edad Media avivó el anhelo del retorno. Si Jerusalén era su primera patria por designio divino, Sefarad sería la segunda. Las comunidades sefardíes de la diáspora continuaron su desarrollo cultural en los diferentes lugares donde su localizaron y conservaron su lengua y su cultura.

Referencias:
http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/glosario.htm
http://cvc.cervantes.es/artes/sefarad/default.htm