La crisis del Imperio Romano había comenzado ya cuando Diocleciano alcanzó la dignidad imperial. Su gestión política pudo contener, de momento, lo que terminaría siendo el eclipse del mayor imperio del mundo antiguo. La amplia reforma de Diocleciano afectó al plano político-administrativo, dividiendo el Imperio en cuatro «prefecturas» (Italia, Galias, Iliria y Oriente). Hispania entró a formar parte de la prefectura de las Galias.
A su vez, las prefecturas se compartimentaron en "diócesis", de modo que la Península y el Norte de África cercano al estrecho de Gibraltar constituyeron la diócesis de Hispania. Por último, las diócesis se subdivieron en «provincias», de las que Hispania contó con siete: Tarraconensis, Cartaginensis, Baetica, Lusitania, Gallaecia, Balearica y Mauritania Tingitana (N. de África).
La división provincial afectó al gobierno y a la administración de justicia, al reclutamiento militar, y a la recaudación de tributos. Las provincias se gobernaban a través de las asambleas (Concilia Provinciae) a las que acudían representantes de todas las ciudades. A partir del año 318 el modelo municipal entró en crisis y apareció el modelo señorial típico de la Edad Media.
Referencias:
http://club.telepolis.com/geografo/regional/espa/hispania.htm