1. adj. Derivado de la palabra "moro (perteneciente al África septentrional).
2. adj. Se dice del moro bautizado que, terminada la Reconquista, se quedó en España.
3. adj. Perteneciente o relativo a los moriscos y a sus costumbres y cultura.
Se llama moriscos a los musulmanes españoles bautizados tras la pragmática de los Reyes Católicos de 1502 (Castilla) y de Carlos I de 1526 (para Aragón). En cuanto a la población total de la Península Ibérica en esa época, de unos 8 millones, los moriscos constituyen una minoría a nivel nacional, no superando los 300.000. Sin embargo, en algunos lugares los moriscos eran mucho más que una minoría, y llegaron a representar más de la mitad de la población granadina y casi un cuarto de la de Aragón y Valencia, donde ocupan amplias zonas de señorío.
En esas zonas en las que localmente no son una minoría, los moriscos, además de su credo, conservaron plenamente vivas su lengua, escrita y hablada, y sus usos y costumbre. En su Viaje por España, Andrea Navaggero nos describe así las diferencias de los que poblaban Granada:
"Los moriscos hablan su antigua y nativa lengua, y son muy pocos los que quieren aprender el castellano; son cristianos medio por fuerza y están poco instruidos en las cosas de la fe, pues se pone en ello tan poca diligencia, porque es más provechoso a los clérigos que estén así y no de otra manera; por esto, en secreto o son tan moros como antes, o no tienen ninguna fe; son además muy enemigos de los españoles, de los cuales no son en verdad muy bien tratados. Todas las mujeres visten a la morisca, que es un traje muy fantástico".
Los intentos de integración por medio de la misionalización y la educación de los más jóvenes que se había pactado con sus autoridades no dieron resultado y los moriscos mantuvieron, así, su alteridad doblemente, primero en lo religioso, después en lo cultural. Además, fueron acusados de colaborar con los turcos favoreciendo los ataques corsarios que los berberiscos lanzaban contra las costas del Mediterráneo.
La consecuencia directa de su no integración fue la expulsión de los moriscos granadinos después de la revuelta alpujarreña de 1568-1570. Unos 75.000 fueron repartidos por las tierras de la Corona de Castilla. La deportación de los moriscos del Reino de Granada tampoco resolvió el problema e hizo casi imposible su integración entre los cristianos viejos. La definitiva expulsión de 1609 fue el resultado de esa exclusión; los moriscos habían perdido su espacio
Referencias:
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=morisco
http://www.artehistoria.jcyl.es/histesp/contextos/6579.htm